martes, 22 de octubre de 2019

Relaciones sexuales e inseguridades.


¡Voy a comprar angulas!
Hoy, un amigo, me ha escrito por whatapp. Ya sé que no es ninguna novedad que las personas usemos este medio de comunicación, de hecho creo que es uno de los más usados mundialmente, pero, espera, ¡que la angula se me escapa!
Centrémonos. Este amigo me escribía porque había tenido un momento incómodo (llamémoslo así) con una chica y quería llamarme para pedir mi opinión.


No es una persona de contar sus historias, así que me siento halagada por pensar en mí y le digo que encantada le escucharé.
Siempre me ha gustado escuchar a las personas, sobre todo, a las personas mayores. Tienen mucho que enseñarnos y no los valoramos como se debe. Pero bueno, ese es otro tema.
Cuando me llama y empieza a contar la historia, lo noto nervioso pero enseguida, con un par de chascarrillos, se embala a narrarme como fue.
Resulta que se habían conocido un día de paseo por Madrid. Sin buscar nada ninguno de los dos se habían conocido por casualidad y en las conversaciones que mantuvieron durante toda la tarde se habían dado cuenta de que se compenetraban y tenían pensamientos similares sobre muchos aspectos de la vida.
Como un caballero, al final de la tarde, él le propuso acompañarla a casa. Por supuesto sin ninguna mala intención, os lo aseguro. Y cuando llegaron, como en las mejores películas de comedia romántica, ella le propuso subir a su piso.
Unas copas después, ya estaban entrando en preliminares, tocándose, acariciándose, sin parar de besarse y con el calentón a niveles solares, decidieron ir a la cama. Supongo que la primera vez, del primer día que te conoces, hacerlo en el sofá no es adecuado. La verdad, es que no lo sé.
Pero antes, sabiendo que os acabo de cortar el rollo, y aunque igual no es un tema muy correcto, para que comprendáis la historia tengo que hacer un inciso y explicaros algo de mi amigo. Digamos que las proporciones de su virilidad no son normales, están muy por encima de la media y si no fuera bastante, lo podéis tener en funcionamiento como el conejito de las pilas Duracell horas y horas y horas. Un gran amante pero…. alucinante, cansino, demasiado para mi fondo físico, un macho en condiciones etc… Aquí cada mujer podrá decir un adjetivo diferente y tendrá su propia opinión.
Volvamos al tema. En la cama los preliminares pasaron a mayores pero en ese momento algo se torció (Y no precisamente su miembro viril). Podríamos pasar de una película romántica a un thriller erótico tipo instinto básico pero nada más lejos de la realidad.
El hecho es que no encajaban, no se sentían cómodos y seguramente los dos se preguntaban: ¿Por qué está pasando esto, con lo bien que hemos estado toda la tarde? Y es que a veces, por lo que sea, en la cama no se funciona.
 A mitad de camino, decidieron abandonar la idea de que iba a salir algo bueno de aquel encuentro, pero él, un poco avergonzado, no perdió las ganas de volver a verla y le mando un bonito mensaje pidiendo disculpas por el episodio y deseando volver a verla si ella quería.
¡Y ella quiso! Volvieron a quedar, esta vez en casa de él. Otra cena divertida, y de nuevo a la cama para ver si en la anterior ocasión había sido el vino el culpable. Lamentablemente no les sentó nada mal en la cena porque en la cama fue fatal. Llegó un momento en que ella, desesperada, le dijo que era forzado, que no había calidez ni relajación. Todo mecánico sin ningún tipo de pasión en el que, según mi amigo, ella sí consiguió llegar al clímax. ¿No sería muy mecánico, ehhh? Ella decidió marcharse dejando a mi amigo sin poder dormir esa noche y haciendo una lista de  las personas que podía llamar al día siguiente para contárselo. Yo estaba la primera.
¿Y qué le dices después de esto? Lo primero lo que costaba cada sesión y los días que podía venir. Es broma. Empecé por: “esto no es por ti, es por los dos”. Cuando no se encaja no hay nada que hacer. Si tú eres círculo y ella cuadrado no hay solución. Pero de lo que más hemos hablado es de las inseguridades. Cuántos problemas tenemos los seres humanos con las inseguridades.
Esa sensación de malestar y nerviosismo, como cuando se te revuelve el estomago, en la que empiezas a traspirar y a pensar como acabara X situación siendo mejor vivirla con relajación porque, no os quepa duda, nunca vamos a acertar y casi siempre es mejor de lo que hemos imaginado.
Todo eso nos crea una vulnerabilidad que puede que, como en este caso, nos bloquee y haga que no fluya la sensación de bienestar y pasión. Y es, lo más seguro, lo que le pasa a mi amigo. Tenemos que aprender a valorarnos y querernos como somos, con nuestros defectos y virtudes y siendo los primeros que nos demos un voto de confianza. Si lo buscamos en los demás, nunca lo conseguiremos.
Amigo mío, esto va por ti. Eres una gran persona y más grande de lo que piensas. Créetelo y disfruta del sexo y de la vida. Cuando quieras, llámame.

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