domingo, 8 de septiembre de 2019

La temida vuelta al cole


Este relato estaría entre ¡Ni una mariscada podrá conmigo! y quiero comprar angulas. Y los que me leáis ya sabréis que va a ser sobre aspectos de mi vida un poquito más melancólicos. Si nos fijamos en las fechas quizás ya habréis adivinado que se trata de la vuelta de vacaciones, volver a la “normalidad”, al día a día, y a la vuelta al cole.


¿Qué es la normalidad? Para muchos sería sinónimo de rutina, de vuelta al trabajo, a madrugar, a los atascos, al café de la mañana en vez de al buffet libre del hotel, y a una larga lista de responsabilidades que nos imponemos y nos imponen diariamente.

Según el diccionario es la cualidad o condición de normal. Entonces, ¿Qué es normal?

Alerta ¡entro en bucle! Supongo que ya me habéis entendido.



Pero hoy, me quiero centrar en la vuelta al cole. Y no es lo que pensáis. No tengo hijos y mi perspectiva va a ser totalmente diferente porque no tengo que prepararles para el comienzo de las clases con material escolar nuevo, o pensar en comprar el uniforme tres tallas más grandes para que les valga un par de años. Se va a basar en la persona que vive enfrente del colegio.


Y sí, esa soy yo, salgo de mi casa y tengo un paso de cebra que va a parar al colegio. Si tuviera hijos sería genial pero tengo que decir que para mí se ha vuelto una situación estresante. Y viendo que se acerca la fecha de comienzo ya empiezo a temblar.


Para que entendáis  mejor lo que os voy a contar a continuación, os diré que el colegio está situado en una calle de un sentido con un lado para aparcar y que una parte no muy amplia de esa calle son  vados por las casas con garaje como la mía.


Seguramente diréis que no es para tanto, pero si lo vivierais todos los días me daríais la razón. Y solo lo vivo por las mañanas porque a la hora que vuelvo a casa, el colegio ya está cerrado.


Pero esas mañanas, esas mañanas son desquiciantes. Lo primero de todo me pregunto por qué tienen que venir en coche. Muchas de las madres o padres luego no tienen nada que hacer más que tomar café con las amigas o compañeras de colegio (porque ya sabemos la hipocresía que debe haber) por lo que, ¡no pueden llevar al niño o niña al colegio andando! Sería mejor para los niños y seguro que también para los padres. Yo antes pensaba que era por no madrugar un poco más, pero luego me di cuenta que en puro invierno por ir en coche y poder aparcar, dejan a sus hijos en el coche entre 10-20 min esperando para poder entrar en clase. 


Luego están l@s que llegan justo para que entren sus hijos y como ya no hay aparcamiento deciden subirse a la acera y qué casualidad que esa acera desnivelada para que las personas podamos cruzar sin tropezarnos está justo enfrente de mi casa. Así que os imaginaréis cada mañana viendo un coche pegado a la pared de mi casa. Y si sales cuando ellas todavía tienen el morro de su coche en tu pared, te dicen: “Solo es un segundo, ahora lo quito” y se van tan frescas.


Esto sin contar las veces que aparcan en el vado de mi casa que pago religiosamente para poder meter el coche en mi garaje.


A estas alturas habréis notado un pelín de indignación y la verdad es que la hay. Yo diría indignación, un poquito de rabia, y sobre todo falta de empatía.


Indignación porque se pueden hacer las cosas bien sin molestar a nadie, rabia porque no comprendo a las personas que no piensan en el prójimo. Qué costaría que estas personas, me da igual madres que padres, llevaran a sus hijos preparados en el coche para que bajaran y entraran al colegio directamente. Nos evitaríamos atascos,  los coches aparcados en cualquier parte, y a los niños esquivando esos coches para entrar al colegio.


¿Esto es lo que les queremos enseñar a nuestros hijos? Seguro que como conductores que somos siempre nos hemos quejado alguna vez de infracciones que hemos visto. Si los niños cada día ven esto, os imagináis lo que harán cuando tengan el carné y puedan conducir. Nos enseñan en la autoescuela pero aprendemos de lo que vemos a nuestros padres.


Y por último, la falta de empatía. Algo tan importante y que se está perdiendo. Las personas hacemos lo que queremos sin reparar en los demás y creo que es muy importante ponernos en el lugar del otro de vez en cuando. 


Nadie habla de practicar la empatía pero resulta muy reconfortante y relajante. Un ejemplo de práctica sería una que realizo yo desde hace tiempo y me va muy bien. Os explico. Cuando vamos conduciendo y el coche de delante por lo que sea va más despacio de lo normal yo empiezo a pensar por qué lo hace. Puede que sea una persona mayor, ya no controle tanto y necesite ir con moderación o si es una persona joven o de mediana edad pienso que igual no conocen la ciudad. Esto automáticamente hace que les des más espacio y me ponga a una velocidad a la cual no sientan que les estas presionando. Probadlo y me contáis. A mí me funciona.

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